Danza de las Huañas: un canto ancestral entre viñedos y azucenas



¿Sabías que la danza de las pallas, también conocidas como huañas, se celebra desde hace más de dos siglos en los pueblos del valle de Mala? Su origen, sin embargo, se remonta aún más atrás, a épocas preincaicas, cuando las mujeres más hermosas del pueblo danzaban en honor a la tierra y al agua. A ellas se les llamaba huañas, y se cree que el término proviene de Huañec, en la provincia de Yauyos, donde las mujeres vestían de blanco y adornaban sus cabellos con azucenas, símbolo de pureza y fertilidad.




Con la llegada de los españoles, esta danza ancestral se transformó por obra del sincretismo religioso. La fe católica impuesta desde Europa se entrelazó con las creencias andinas, y así, lo que antes era un ritual para agradecer la llegada de las lluvias se convirtió en una celebración del nacimiento del Niño Jesús. Pero el espíritu de las huañas nunca se extinguió: sigue vivo en cada paso, en cada flor, en cada mirada que danza con el viento.

Y es en Santa Cruz de Flores, distrito de la provincia de Cañete, donde esta tradición encuentra tierra fértil para florecer. Elevado a la categoría de distrito el 21 de diciembre de 1922 por la Ley N.º 4611, bajo el gobierno de Augusto B. Leguía, Santa Cruz de Flores es mucho más que un punto en el mapa: es un santuario de historia, fe y belleza natural.

Con una superficie de 100.06 km², este distrito es conocido como la capital del vino y el buen pisco, donde las uvas se transforman en arte líquido y los campos producen frutas como peras, manzanas, plátanos y duraznos. Sus dieciséis centros poblados —entre ellos Azpitia, Bellavista, San José y Nuevo San Andrés— forman un mosaico de vida rural, donde la danza, la música y la devoción se entrelazan con el trabajo de la tierra.



Aquí, entre viñedos y cerros, la danza de las huañas no es solo un recuerdo: es un acto de resistencia cultural, un poema en movimiento que honra a las mujeres, a la lluvia, al niño Dios y a la memoria de un pueblo que nunca ha dejado de celebrar.

Santa Cruz de Flores te espera: con sus tamales envueltos en hojas, con sus vinos que cantan al sol, y con sus huañas que danzan aún bajo el cielo de azucenas y tradición.




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